Thursday, December 14, 2006

BABEL

Cuando supe de BABEL, quise verla de inmediato, pero faltaba mucho tiempo para eso entonces. Luego en Cannes se hablaba de una “obra maestra” y me entusiasmé más. Luego se estrenó en Estados Unidos y México mientras yo estaba en España y hubo tantos comentarios encontrados, con los negativos siendo siempre bastante más fuertes que los positivos que se me quitaron las ganas de verla.

Y justo ayer vi BABEL, después de sacarle la vuelta en un par de ocasiones, esperando nada en particular. La verdad, no sé qué película vieron los que no gustaron de BABEL. Es ágil, altamente emocional, clara, inteligente, puro cine clásico. Creo que quienes critican a BABEL tienen más un problema con Iñarritu o el guionista Guillermo Arriaga que con la película misma. Comentarios como “es lo mismo que Amores Perros” o “le quiso tirar a 21 Gramos” son malvibrosos y desgraciadamente, producto de la ignorancia. Pues BABEL es la tercera parte de una trilogía de la que Amores Perros y 21 Gramos son las otras dos. En todo caso, criticar a un cineasta porque sus películas se parecen es una tontería. Es tan torpe que ni siquiera voy a ahondar más en ello, no tiene caso.
BABEL es mucho menos melodramática que 21 GRAMOS y mucho más interesante que sus dos anteriores partes. Tal vez no es un clásico instantáneo ni una obra maestra para la posteridad como AMORES PERROS, pero sí es una de las mejores películas del año.

Lo que más resalta de BABEL es la mirada compasiva de Iñarritu y Arriaga. Ningún personaje es ridículo, nadie es realmente culpable de nada, nadie es señalado. Lo que me gusta es cómo en el universo de estas películas, todo empieza pequeño. Una chica quiere coger. Una señora quiere ir a la boda de su hijo. Unos niños quieren probar un rifle.

Como el trabajo idiosincrático y personal que es, BABEL forzosamente tiene que generar opiniones no sólo encontradas, sino contrarias. De ahí la enorme cantidad de detractores, y de apasionados defensores. De todos modos, cualquier persona que salga y diga que BABEL es “mala”, bueno, está mal.
Cuando menos, hay dos actuaciones espectaculares, de la mexico-americana Adriana Barraza y la japonesa Rinko Kikuchi. Esperen verlas recibir todo tipo de premios y nominaciones en los próximos meses. Brad Pitt tiene probablemente su mejor actuación desde 12 Monos, y en un papel bastante pequeño. Y Gael Garcia se luce en su poco tiempo en pantalla. La escena de la migra es una de las mejores de la película, recreando fielmente la sensación que sentimos los mexicanos cada vez que tenemos que cruzar la frontera y ser cuestionados por los estúpidos policías gringos y su actitud de “eres culpable hasta que yo diga lo contrario”.

Aunque en general la estética de BABEL es similar a la de AMORES PERROS y 21 GRAMOS, la simple escala de la producción y otros aspectos técnicos la hacen evidentemente distinta. El uso del sonido, en especial, es de mencionarse. En términos auditivos, esta vez la música y el sonido son partícipes más activos en la narración de la historia, mientras que en las otras dos películas el enfoque era más realista.
La fotografía de Rodrigo Prieto aprovecha al máximo las locaciones sin que la cosa se convierta en un despliegue de paisajes tipo “miren dónde andamos”, y sin sacrifica el elemento íntimo que caracteriza a la historia.

La sensación de tragedia inevitable que se siente todo el tiempo la hace una experiencia bastante tensa, y siempre interesante. La toma final, cuyos detalles no revelaré aquí, es hermosa.

Lo Irónico de BABEL es que, siendo una película sobre la falta de comunicación, justamente poco después de su estreno, Iñarritu y Arriaga se pelearon y no se hablan más, por cuestiones de egos, como siempre sucede con esta banda. No importa, la película es más elocuente que ellos.

KEVIN



Cuando uno cree que las caricaturas no existen, aparece Kevin Federline. Este tipo es tan desagradable en todos los sentidos que incluso ha logrado que sienta lastima por Britney Spears.

Para añadir una más a la absurda lista de maldades que este ser despreciable, producto indudable de nuestra cultura pop celebradora de las celebridades vacías, ha efectuado en contra de su siempre sagaz noviecita all americana, ahí va esto: un libro revelador. ¿Revelador de qué? De las idiosincracias de Britney, claro. Tales como (y cito): "su salvaje hábito de beber, supuesto uso de drogas, su atracción sexual por otras mujeres, así como su supuesta creencia en los viajes por el tiempo".

He's bad man. He's really bad.