Monday, July 10, 2006

BAILE DE MÁSCARAS


Un extraño impulso hizo que el otro día sacara de un olvidado estante donde se empolvaba desde hace años el cd de Maldita Vecindad "Baile de Máscaras", y me di cuenta de lo mucho que extraño la presencia de un grupo de rock latinoamericano, o al menos mexicano, que hable de temas socialmente relevantes, incluso de protesta, de una forma elocuente, inteligente y rica musicalmente. También me sorprendió lo vigentes que están los tópicos de canciones que compusieron en 1995, con el levantamiento de Chiapas y el salinismo aún muy frescos en la memoria colectiva mexicana. Es casi como si estuvieran hablando del mismo país, sólo que ahora con un gobierno panista.

Entre el pópulo, el consenso general es que La Maldita Vecindad y los Hijos del Quinto Patio tienen UN disco grande y ese es "El Circo". Y nada más. Su primer LP es casi desconocido, y su último es desgraciadamente muy mediocre, llamado "Mostros" mismo que vino a evidenciar al menos un estancamiento creativo de sus integrantes, tanto lírica como musicalmente, y que puso fin a su carrera discográfica hasta el momento. No han vuelto a sacar otro LP y se han dedicado ocasionalmente a temas en los “homenajes” a José José, Los Tigres del Norte, etc.

No voy a negar que “El Circo” es su disco más popular, y que fue vital en su momento. Su importancia histórica no tiene discusión. Fue uno de esos discos que ayudaron a crear conciencia sobre un movimiento musical rockero real en México, y además uno que no era solamente una imitación de lo que se hacía afuera, sino una verdadera asimilación de lo externo mezclado con lo interno. La verdad es que cuando Maldita Vecindad comenzó a pegar en la radio, los tocaban por igual en las estaciones de cumbias que en las de pop. Desafiaban la etiqueta. Junto con Caifanes, Café Tacuba, entre otros, le dieron voz a todo una generación de chamacos.

Pero eso eran finalmente, chamacos. Por lo mismo, “El Circo” es un disco de crítica social como la haría un adolescente. De forma superficial, como descubriendo apenas el hilo negro, con más rabia que raciocinio. Ahí radica la causa de su éxito, su atemporalidad. Las rolas de “El Circo” hablan primeramente de las cosas que se ven en la calle y que causan dolor, como el niño que limpia vidrios de coches o se echa maromas en los cruceros. La desigualdad social es retratada como algo casi incomprensible. Fue un disco que tocó una vibra precisa en un momento preciso, su éxito tal que el grupo hizo una extensa gira por America Latina y Europa que llamaron “Pata de Perro”. Pero eso, ladies and germs, no significa que musicalmente o líricamente o ideológicamente sea el mejor disco de La Maldita Vecindad.

Creo que “Baile de Máscaras” es uno de los discos más subestimados del rock mexicano. Con las expectativas por los cielos, Maldita Vecindad tuvo chance de grabar el disco que querían, donde querían y cómo lo querían. Se fueron a Memphis con todos los recursos, y afortunadamente para ellos, en su mejor momento creativo. Hay en “Baile de Máscaras” un constante feeling de estar escuchando a una bola de músicos nada temerosos o tímidos, dispuestos a experimentar en todos los géneros, a buscar el sonido más refinado, a encontrar, de hecho, un punto medio entre todas sus muchas influencias, que van desde la música popular mexicana al rock de Peter Gabriel o el extraño pop egipcio de Nusra Fateh Ali Kahn. Rocco, vocalista y letrista, parece sentirse libre por primera vez, con canciones cuyo contenido social deja de ser general y se vuelve específico, y donde la poesía pesa tanto como la idea detrás del verso. Ya no le basta con reclamar las injusticias del mundo, sino que va de lleno contra quienes desde su punto de vista las provocan y alimentan. Hay una diferencia aquí, entre el chamaco renegón de “El Circo” y el adulto informado que critica y medita en “Baile de Máscaras”.

En “Por ahí”, el track número 3, directamente se ataca por nombre al neoliberalismo. O sea, hay que pensar que para un grupo de rock juvenil esto es altamente sofisticado. ¿Cuántos en su audiencia tenían idea de lo que significaba el neoliberalismo? ¿Cuántos lo tienen hoy en día? En “No les Creo Nada” básicamente hay una completo descrédito a los medios informativos: “la calle no está en la pantalla”, concluyen. Y en “El dedo”, qué actuales se escuchan hablando del proceso electoral. El clímax político del disco viene en dos partes: “Aunque”, una rola donde por igual también logran echar en la mezcla efectivamente el aspecto poético, trágico del resto del álbum, en una reflexión furiosa sobre la sangre inocente que derraman los poderosos; y “Salta pa’tras”, otra canción iracunda donde una por una, nos muestran como los nombres de castas y los apodos que usamos a diario reflejan un constante odio latente entre las personas, mismo que sólo beneficia a las instituciones de poder.

Toda esta elocuencia es un contraste dramático con lo que otros grupos después que ellos han intentado hacer pasar por música con contenido social o de protesta (Panteón Rococo, los hiphoperos regios de los noventas) y especialmente con el clima musical actual, en donde muchas veces las letras de las rolas ni siquiera se tratan de algo, olvídense de que tengan algún tipo de contenido social. No estoy diciendo que me gustaría que todos fuéramos muy serios y que buscáramos retratar la sociedad tal cual con la música. Yo creo en la creatividad en todas sus formas, pero sí me resulta desalentador, algo preocupante, que chavos que hoy tienen la misma edad que los de la Maldita en el 95, no tengan idea o interés de la situación social que se vive en el mundo, en el páís, o en su ciudad.

Musicalmente, Baile de Máscaras hace palidecer incluso a discos chingones de hoy, como Cuatro Caminos de Café Tacuba. Este es un pinche disco donde todo puede pasar. Del ska al punk al rap al rap core al jazz al bolero al tango. Hay dos rolas, como las describe Rocco: “onomatopéyicas”, o sea que no tienen letra, solo música y sonidos hechos con la voz. Hay infinidad de juegos con las percusiones. Y las cosas más triviales son convertidas en poesía: “de boca en boca viajan los sueños, el tiempo vive en la memoria” dicen en Don Palabras. “No existe peor esclavitud que la esperanza de ser, ser feliz”, dicen en Vida Vidrio. “Carga sobre su espalda nuestra agonía en viejas canciones”, dicen al hablar de un organillero en “Vuelta tras Vuelta”.

No es coincidencia que un disco tan elaborado haya sido un éxito mediano, que yo diría más bien fue consecuencia de la expectativa creada por el anterior más que por el producto en sí. Yo garantizo que de diez personas que tengan los dos discos, ocho contestarían que el mejor es “El Circo”. Al rock, históricamente, se le ha negado la capacidad de ser sofisticado. Como si no pudiera ser tan intelectual. Como si en cuestiones musicales rockeras, el juicio de la cultura pop pesara más que el del arte.

Los Beatles podrán ser unos genios. Su reparto extenso y rico, pero a la gente le sigue gustando más “Love Me Do”. Jim Morrison se puso cada vez más poeta, pero nunca le dejaron de pedir “Light my Fire”. Radiohead ha tenido que declarar que nunca más va a tocar “Creep”, porque les parece una canción “idiota” y sus fans se las siguen exigiendo. En el reciente concierto de Beck al que fui, dejó a unas marionetas tocando un playback de “Loser”, para no hacerlo él mismo. Café Tacuba nunco tuvo tanto éxito como con “Eres”, que neta, no es más que una simplona canción de amor que objetivamente no está a la altura de casi nada que hubieran hecho antes, ciertamente no de su disco doble “Revés/Yosoy”, que yo considero fácilmente como el mejor disco de rock mexicano de la historia. Aparte debo mencionar a Los Fabulosos Cádillacs, quienes antes de vender millones con su disco en vivo doble, hicieron su mejor trabajo, el más refinado y casi completamente ignorado disco llamado “La Marcha del Golazo Solitario”. Irónico que siempre la canción más tonta de un artista es su más popular.

De la misma forma, La Maldita ha tenido que vivir bajo la sombra de su ingenioso e ingenuo primer álbum, y tuvo que ver como su mucho mejor, más elaborado e inteligente segundo fuera medio ninguneado. La pregunta que queda en el aire es, ¿Qué es más importante a la larga: la calidad musical de un disco o su oportuna injerencia en la cultura popular?

Y a pesar de esa tendencia histórica a tratar de hacer del rock una simple faceta más de la cultura pop, la verdad es que del 98 para acá la música ha ido perdiendo conciencia social, incluso artística. Hasta en propuestas estéticamente interesantes se nota un extraño vacío. Más actitud que contenido. La desigualdad social, siempre reprobable, no es la principal preocupación de nadie ahora, mucho menos de los jóvenes. Basta ver MTV una tarde, con sus videos de hip hop donde lo cool es traer zorras, billetes y carros con stereos chidos, o con Paris Hilton para darse cuenta que históricamente no es el momento para eso. Hasta Julieta Venegas ha vivido en carne propia las consecuencias de volverse light: inmediatamente eres una estrella y haces tu comercial de Pepsi.

De los grupos de rock que surgieron en décadas pasadas, sólo Café Tacuba ha logrado sobrevivir con un balance sólido entre la exploración musical y la posibilidad de ser comercial. Jaguares es una broma, haciendo covers de Juan Gabriel como cualquier exintegrante de La Academia, El Tri vive en la autocomplacencia de creerse los papás del rock mexicano sin proponer nada nuevo o presentar algo mínimamente respetable en los últimos quince años, y mejor ni hablo de La Lupita, Cuca, y tantos otros que o desaparecieron formalmente o nomás no han hecho nada en años. Maná sigue siendo el monumento al conformismo tanto de público como de artista. Como un wey que creció con esto, que escuchó a estas bandas y que ha visto a MTV transformarse en una zorra de la payola como nunca antes, todo este asunto es bastante triste para mí. Poner un disco como Baile de Máscaras es refrescante. A través de sus 15 tracks te susurra al oído algunas cosas que nunca deberíamos de olvidar: “la música no tiene por qué ser repetitiva, no tiene por qué ser de moda, no tiene por qué ser vacía, tímida, copiada...puede ser diferente, puede ser impopular, inteligente, accesible, puede ser lo que sea”.

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