Wednesday, July 12, 2006

DUMBLAND

Imagina que eres uno de los cineastas más respetados del mundo. Universalmente reconocido como un original, tal vez uno de los pocos verdaderos originales que hay, con una obra que incluye cine, video, televisión y pintura. Parece que todo lo que haces le resulta a la crítica y al público al menos interesante, a lo más, soberbio. ¿Cuál es tu siguiente paso? Animación en Flash, por supuesto.
Esa es la lógica de David Lynch, quien además de ser cineasta impulsa un programa mundial para enseñar a los jóvenes a practicar la meditación trascendental y maneja su propio website, davidlynch.com, en donde por primera vez aparecieron los cortometrajes animados en flash de la serie Dumbland, cuyo nombre lo dice todo. Dumbland es primeramente diversión tonta. Monitos mal dibujados en líneas negras sobre un fondo blanco, con trazos irregulares y gestos nerviosos.

De hecho, “monitos” no es la palabra correcta, porque los hace sonar cutes. Estos monos son inquietantes, insoportables a veces. Los personajes son un padre ebrio que no parece tener inteligencia para decir frases que no incluyan la palabra “fuck”, su esposa constantemente nervios, y un hijo que tiene forma de esperma.

Las historias, si es que se les pueden llamar historias, son simples, y su ejecución raya en un minimalismo surreal. No quiero sonar a que estoy dándole a estos cortitos más significado del que tienen, lo que pasa es que mientras la mayoría usa el Flash en internet para hacer animaciones poco interesantes (conejos asesinos, mucha sangre, fun just for fun), lo que Lynch hace es, además de una serie de piezas bastante frikeantes, algo así como...arte. Yep. Arte.

Aunque algunos son lo suficientemente agresivos como para verse tentado a apagar el televisor, otros son simplemente joyas. Lo que ya nos acostumbraron los medios a ver caricaturizado de una forma amable (el papá alcohólico tipo homero, por ejemplo) aquí no se duda en plasmarlo en su más oscura representación. Hay un episodio en particular que trata sobre una mosca que me parece singularmente interesante. Como curiosidad, Dumbland cumple si no eres fan de Lynch o si no estás particularmente interesado en las formas en que los nuevos medios de expresión están siendo utilizados por los artistas. De otra forma, this is good. Es chido ver que Lynch se va a lo básico, y que los ocho episodios de Dumbland fueron animados y musicalizados por él. De hecho, nadie más es responsable por nada en Dumbland excepto Lynch, lo cual por sí solo los hace especiales. Es como ver el trabajo de un artista que toda su carrera se ha apoyado en su equipo, finalmente sin el filtro de los otros. Así que sí, me parece recomendable.

Como nota aparte mencionaría que, probablemente ver estos episodios bajo la influencia del LSD debe ser una experiencia bastante perturbadora, pero definitivamente interesante.

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