Wednesday, October 25, 2006

A SCANNER DARKLY

La “guerra contra las drogas” es, para mí, una de las situaciones más dañinas en las que la humanidad se ha embrollado en los últimos cincuenta años. No hace falta ser muy inteligente para darse cuenta que, desde sus mismos fundamentos, la filosofía de “acabar” con las drogas no ha servido para absolutamente nada, y lo más probable es que en cuestión de prevención de consumo, daño a consumidores, torcedura de percepciones acerca de qué son las drogas y para qué sirven, narcotráfico, y especialmente en la cuestión de la desinformación, la “guerra contra las drogas” haya hecho mucho más daño que bien para su propia causa y para las contrarias. O sea que en pocas palabras es una pendejada.

Philip K. Dick (autor de ciencia ficción cuyas obras son populares en el cine (Blade Runner, Minority Report), era un junkie de los que conocieron el verdadero infierno de la heroína, la dependencia total, la pérdida de su individualidad, las alucinaciones; y basó A Scanner Darkly, en sus propias experiencias. Y ahora Richard Linklater, uno de los pocos cineastas que realmente se ha mantenido independiente (Slacker, Before Sunset, School of Rock), le aplica a la historia de Dick lo que se siente como justo el sabor que necesitaba.
Linklater, con su estilo laid back, inclinado a la comedia, resulta ser, a mi parecer, el director perfecto para no permitir que A Scanner Darkly se convierta en una película deprimente al mantener la esencia de la historia y capturar el sentido del humor y la imperfecta humanidad de los personajes que, en manos de otro, pudieron haber sido convertidos en clichés de drogadictos. Tal vez ayude que Linklater sabe de drogas.

A Scanner Darkly es un placer sensorial. Se ve genial, con la misma técnica de animación que Linklater usó en Waking Life, y con un soundtrack compuesto mayormente de Radiohead, consigue la vibra exacta entre humor negro y desesperanza que necesitaba la película.

Durante la mayor parte de la película, prácticamente no hay una trama, es solo la historia de un tipo que poco a poco comienza a ser presa de sus alucinaciones, pero junto con él están sus amigos, quienes en algún punto parecen ser tan irreales como cualquier otra pachequeada en su cabeza.

La animación de A Scanner Darkly no es gratuita, se integra orgánicamente con la historia al grado que en algún momento te olvidas de que estás viendo una película animada y te das cuenta que estás completamente absorbido por su desenvolvimiento, viviendo relajadamente las vidas de los personajes.
Linklater tiene mano maestra con los actores. Probablemente estemos ante la mejor actuación de Keanu Reeves (lo que significa que está actuando bien, para variar), y qué loco que lo haga en una película animada donde, además, viste un traje pachequísimo con el que constantemente cambia de rostro y apariencia física. Winona Ryder totalmente rockea como la chica junkie con aversión al sexo, y ni hablar de los enmarañados diálogos de marihuana que se avientan la dupla de Robert Downey Jr y Woody Harrelson. Estos dos weyes me hicieron reír solo en el cine como hacía mucho que no me sucedía. Como a la mitad hay una secuencia de un suicidio que considero una de las mejores escenas de comedia en años, todo en ella está perfectamente orquestado, el timing, los movimientos físicos, la música, la animación, es simplemente perfecta.

El punto donde A Scanner Darkly se separa de prácticamente todas las otras películas sobre drogas (y ciencia ficción) es en la visión humanista, humanizada que presenta acerca de los junkies, no como enfermos sin esperanza, no como seres que lo perdieron todo por su gula, ni como ángeles caídos, nunca con lástima, sino como víctimas, más que de las drogas, de un sistema que propicia lo que condena, y que no duda en utilizarlos como un arma más contra sí mismos.

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