Sunday, October 22, 2006

THE WIND THAT SHAKES THE BARLEY

En mayo pasado, en Cannes, el suspenso giraba en torno acerca de si iba a ser Babel de Iñarritu, o Volver de Almodóvar, la película que se iba a llevar la Palma de Oro. Y de la nada, EL VIENTO QUE AGITA LA CEBADA, de Ken Loach, se la chingó. Almodóvar e Iñarritu no dijeron nada, pues no podían decir nada. Ken Loach es tan o más respetado que ellos dos, y reprocharle esa decisión el jurado sería como si alguien le reprochara a la academia que le dieran un oscar a Scorsese.

Yo fui ayer al cine con la intención de ver la nueva película de Cuarón y al llegar tarde me vi “obligado” a ver esta. Y fue un buen error.

Esta es la clase de películas que sólo la experiencia de tantos años puede salir de un cineasta. Sin prisas pero sin caer en el aburrimiento, y con atención al detalle sin caer en lo barroco. Loach, el cineasta británico con sentido social por excelencia, se vuelve contra su patria y denuncia con bastante crudeza la crueldad de la ocupación británica en la Irlanda de 1920, cuando el Imperio Británico todavía era LA POTENCIA MUNDIAL, y una rebelión irlandesa exitosa significaba un pase gratis para que se armaran rebeliones en todos lados, desde Australia hasta La India. Y eso, claro, no iba a pasar.
Loach retrata esto bajo la óptica de dos hermanos que deciden unirse a la lucha, y participar activamente, y como muchas otras películas, usa su relación para ilustrar la idea de que la guerra destruye hasta los lazos familiares. Nada nuevo bajo el sol, la única diferencia es la manera soberbia en que está narrada, filmada y ejecutada.

La mayoría de los actores son desconocidos, algunos se ven tan irlandeses que realmente se aproximan a lo tribal, pero el protagonista, Cillian Murphy (el malo de Batman Begins y el travesti genial de Breakfast on Pluto) vuelve a lucirse acá. Es chido cuando comienzas a ver que un actor va en ascendencia con pura demostración de talento. Es el centro carismático de la película y nunca deja de inspirar simpatía, a pesar de las cosas que las circunstancias llevan a hacer al personaje.

Loach saca provecho del verde de Irlanda, la película se ve hermosa y probablemente sea su filme más cuidado en los detalles técnicos.

Llevaba bastante tiempo de no sentirme agarrado por los huevos de esta forma por una película, pero la seguridad con la que se narra todo la hace bastante entretenida y poderosa emocionalmente. Algunas de las escenas violentas de plano me hicieron cerrar los ojos.
A pesar de esto, es un poquito demasiado larga, se pasa unos cuantos minutos y pierde algo de fuerza, pero no es lo suficiente como para no decir que está de poca madre. Lo fascinante de la película es esa manera en que logra combinar el intimismo de la historia personal con la imagen general del panorama de la guerra a nivel nación, sin nunca salir del territorio donde se desenvuelven los personajes. Hay una escena casi al final en el que los personajes se ponen a discutir puntos de vista políticos largamente, y no me dejó de sorprender que nunca se tornara aburrido, sino todo lo contrario.
Aunque la movie es deprimente y termina en una nota bastante triste, nada para levantar los ánimos como pensar que Ken Loach, totalmente inglés, sea capaz de asimilar la cultura irlandesa y hacer una película tan profundamente irlandesa, en todos los sentidos. Se siente como una celebración del espíritu de esa cultura, de su lenguaje, de su música y de su temple. Te hace pensar que la comunicación no está perdida, aunque a la gente le guste vivir en el malviaje.

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