Thursday, August 24, 2006

OCULTO

Una de las cosas que más me encabrona sobre este mundo es la historia de la dominación europea sobre los otros continentes, y cómo las consecuencias de su colonización y genocidio humano y cultural, y de su gigantesco robo de bienes materiales durante siglos sigue impactando la economía de hoy. Pero lo que más me caga del asunto es como Europa y las naciones que se desprendieron de ella en otros continentes pero que continuaron con una marcada influencia europea (como Estados Unidos y Canadá, Australia, etc...) han mantenido un free pass respecto a sus crímenes contra la humanidad simplemente porque siguen siendo del club de los poderosos, mientras voltean la cara y se hacen pendejos ante su propia culpa. Es imposible ver la calidad de vida de un país como España o Francia y no remontarse a la época de la colonia cuando masacraban indígenas y aborígenes en América y África mientras les robaban el oro y se enriquecían cochinamente, y no hacer una conexión entre esos hechos y su riqueza actual.

Las consecuencias de esa violencia gangsteril, sin embargo, no han quedado flotando en el aire sin hacerse notar. Las minorías respiran resentimiento y están listas para explotar en cualquier momento. Y lo han hecho, como el año pasado en Francia o en el 92 en Los Ángeles.
A simple vista, Caché, la más reciente perturbadora película de Michael Haneke (La Pianista, Funny Games), no tiene nada que ver con esto. Aparenta ser y se desenvuelve como un thriller sobre una pareja de intelectuales burgueses franceses que comienzan a sentirse amenazados al recibir videocintas con imágenes del exterior de su casa, haciéndoles saber que están siendo observados. Él es un escritor que tiene un programa de tv sobre libros, y su casa tiene tantos como quepan en sus paredes. Tienen un hijo cuya vida es tan complaciente que se la pasa malviajado simplemente porque no tiene nada de qué malviajarse. Pero el acoso de las videocintas quiebra su aparente estabilidad y provoca en el padre de familia un reencuentro con su infancia olvidada, sus pecados pasados y su culpa de rico gracias al sufrimiento de un inocente de otra cultura.

Revelar más detalles acerca de la trama sería arruinar el suspenso. Caché es fácil de ver y de seguir, y no hay una sola escena desperdiciada. Casi cada movimiento o línea de los personajes incluye información vital. Hasta las tomas donde nada parece estar sucediendo están llenas de datos. Como espectador, no puedes evitar estar atento y tratar de unir las piezas del rompecabezas. Pero Caché, finalmente, y aunque lo aparente, no es realmente un thriller, ni está interesado su director en “resolver” el “misterio”. Tales mecanismos son el gancho para mantener al espectador interesado mientras se permea la info realmente importante. Comenzamos a notar la culpa del protagonista, y los extraños paralelos entre las noticias que ve en la televisión y lo que sucede en su vida. La traducción del título (Hidden, u Oculto), funciona como revelador e ironía. Todo está oculto en esta película. Los motivos, los dolores, la culpa, el rencor. Realmente no sabes qué creer o qué pensar, pero eso no evita que estés frikeado.
Haneke tiene una habilidad natural para mantenerte preocupado durante toda una película sin recurrir a los trucos normales del cine. Sin música, sin movimientos de cámara, sin persecuciones o explosiones emocionales. Todo por debajo. La quietud provoca más terror. Muchas de las tomas de la película están encuadradas de la misma forma que las supuestas tomas de video que les mandan al matrimonio, y hubo muchas veces en que me preguntaba si lo que estaba viendo era una toma dentro de la película o una del video. Todo el trip es bastante inquietante.
El pasado del protagonista se va revelando como uno de oscuridad, y bajo el manto de la estética thriller yace una crítica a la sociedad europea contemporánea y su aparente despreocupación acerca de su propia historia como asesinos y opresores del resto del mundo. Sus personajes centrales, dos burgueses franceses son simpatéticos pero no inocentes. La manera en la que Haneke desarrolla la historia nos hace, como espectadores, ponernos de su parte y juzgar lo que sucede con el filtro de nuestros propios prejuicios. Queremos buscar un culpable y mediante las pistas y la información que nos da la película lo “encontramos”. Pero pongan atención a la última toma de la película, y eviten que su mirada vaya a donde naturalmente va por la composición del cuadro. Noten a dos personas que platican en el extremo derecho de la pantalla y vean quiénes son. ¿Por qué están ahí hablando si ni se conocían? ¿Qué nos quiere decir? Tal vez quienes pensamos que eran los culpables realmente no lo eran y fuimos tan arrogantes como los protagonistas. O tal vez no tiene nada qué ver con nada y yo estoy leyendo de más en esto.

Lo más chido de Caché es que deja todo abierto y cada quién le va a encontrar un sentido que, involuntariamente, refleja quiénes somos y qué pensamos de lo que ha pasado frente a nosotros por dos horas. Y no necesariamente va a ser bonito. Eso es arte.

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