Thursday, August 24, 2006

NIGHT vs. THE WORLD

Por días he tratado de encontrar una manera de hablar de La Dama en el Agua sin caer en los lugares comunes que he encontrado en la mayoría de los críticos y escritores que he leído en internet al referirse a esta película. La respuesta de la crítica ha sido tan casi unánimemente negativa, y en la mayoría de los casos tan agresa que incluso me da miedo recomendarla aunque sea con un poco de timidez. Pero tengo qué decirlo. Tengo que salir y dejar testamento que el domingo que vi La Dama en el Agua la disfrute un chingo. Igual que las tres personas que iban conmigo, y por lo que vi, del resto del público de la sala, casi llena.

Ya leí todas las críticas, ya he visto todos los comentarios. El mundo se une en su odio. La Dama en el Agua es un “desastre”. “Absurda”. “Completamente inverosímil”. “Falta de lógica”. “Aburrida”. “Sentimentaloide”. “Mal escrita”. “Incoherente”. “Ridícula”. “La peor película en años”. Y M. Night Shyamalan es un “arrogante”, “narcisista”, “inepto”; “cada vez peor”...su decisión de darse a sí mismo el papel de un escritor cuyas palabras, eventualmente cambiarán el destino de la humanidad es una muestra de sus “delirios de grandeza”. Honestamente, desde Oliver Stone y sus Asesinos por Naturaleza, o desde que Woody Allen se casó con Soon Yi Previn, no había leído tantas críticas a una película donde la mitad de los ataques son personalmente dirigidos al cineasta. No ayuda en nada el libro autobiográfico de Shyamalan en el que narra con lujo de detalles la manera en que cuando en Disney no les gustó su guión para esta película, se sintió tan “devastado” que “lloró”, y se fue de la compañía con la Warner (no sin hacerle los cambios que la gente de Disney le sugirió a dicho guión).
Pero tengo que estar en desacuerdo. Cada vez que un odio así surge en los medios, como dice Robert Altman: “nunca eres tan bueno como dicen cuando eres bueno, ni tan malo como dicen cuando eres malo”.

Neta. El domingo el público cayó con Lady in the Water. Se la creyeron toda. A nadie pareció importarle su “incoherencia”. Se rieron. Se emocionaron. Yo estaba ahí, y casi estaba igual. Y en los días consecuentes, he pensado en ella y en lo que Shyamalan intenta hacer con su historia y hasta me ha llegado a parecer brillante.

Nadie niega, ni siquiera sus más fúricos detractores, que M. Night Shyamalan es un cineasta ultra talentoso. Una visión única en medio de una industria llena de copiones, específicamente en el ramo de los cineastas que se dirigen a las grandes audiencias. Pero su enorme talento y su necedad para seguir su visión parece molestarle a algunas personas. O algo así. El Sexto Sentido lo convirtió en uno de esos pocos directores estrella y desde entonces, en vez de jugársela seguro ha pasado los años ofreciendo siempre creaciones originales, distintivamente suyas, a riesgo de alienar a la masa gigantesca que solo quiere entretenerse un rato con películas desechables, predecibles y a la larga aburridas por su inofensividad, como Superman Regresa.
Intenté escribir una descripción de la historia de La Dama en el Agua, pero es inútil. Es demasiado extraña para detallarla sin que suena a marihuanada total (porque de hecho lo es). Lo que sucede básicamente es que un hombre solitario con una historia trágica (Paul Giamatti) que vive en un complejo de departamentos, por cuestiones que sólo la película puede explicar, tiene que ayudarle a una ninfa marina que aparece en su alberca a regresar a su mundo, no sin antes descubrir su propio lugar en lo que parece un cuento de hadas, y el de todos los vecinos de los departamentos. Es mejor dejarlo ahí, pues La Dama en el Agua es mucho más metáfora que historia, y es sólo en esos términos que comienza a tener sentido. El simbolismo es pesado casi al punto de ser obvio, pero la película siempre se mantiene ligera.

Eso es, claro, si como espectador damos el salto de fe que Shyamalan pide, y no es poco. De hecho, sé que la gran mayoría no va a poder darlo, pero los que sí, les espera algo cool. Casi todos los críticos han sido rápidos para señalar los “defectos” de esta película. La historia absurda, la manera casi ridícula en que Giamatti acepta la realidad que la ninfa le presenta, y peor aún, la facilidad infantil con la que el resto de los personajes no solo le creen cuando les cuenta, sino que se apuntan para ayudarle. Los “hoyos” en la historia, de cómo se presentan situaciones y luego son abandonadas sin resolución. Esto ha sido interpretado por algunos como auto indulgencia, falta de ganas al escribir, o simplemente desconexión total por parte del guionista y director a la hora de estructurar su historia. Pero creo que quien piense así está perdiendo el punto. Es inútil criticar a una película así por su falta de lógica.

La Dama en el Agua es primero que nada una película sobre como las historias son inventadas y contadas de persona a persona, y de cómo sobreviven por medio de la capacidad de cada quién de imaginarlas y encontrarles un sentido en su propia vida y marco de referencia. La secuencia inicial, de pinturas rupestres animadas hace una conexión entre esa antigua forma de contar cuentos y la más moderna, que sería un medio audiovisual como el cine. Tener poder para imaginar las cosas más locas y creerlas, dice la película, es la salvación. Sin eso, nada tiene sentido.
Sí, los críticos han notado la aparente ligereza con la que todos los personajes de la película creen y cooperan con Giamatti y la ninfa para lograr su objetivo, sin importar lo improbable que suene. Y tienen razón en eso, los personajes felizmente aceptan creer en lo que Giamatti dice y le ayudan. De hecho, todo el tiempo mencionan lo bizarro del asunto. Uno de los aciertos de la película es su tono juguetón, medio en broma, medio en serio, con los personajes constantemente reconociendo que lo que está sucediendo es completamente inverosímil y tonto, y sin embargo se entregan a la misión con la seriedad y la fe de alguien que no le importa que sea tonto. Esto se acentúa por la estrategia de Shyamalan de nunca salir del complejo de departamentos, y es rara una película Hollywoodense que piense en grande y actúe en pequeño como esta. De hecho el único personaje que parece pensar que todo a su alrededor está de hueva, es precisamente el crítico, quién tiene una gran escena casi al final, cuando comienza a narrar lo que está sucediendo en pantalla con el tono cínico de alguien que sabe lo que va a suceder para luego ser sorprendido.

Lo que los críticos han descalificado como el mayor defecto de la película, para mí es su más grande virtud. Hay algo acerca de la desvergonzada y risible mensez con la que todos los personajes se dejan llevar por lo que sucede en la historia que se vuelve irreverente y casi mágico espiritualmente. ¿A quién le importa la lógica? ¿Cuál es el punto de que una película tenga “sentido”? ¿Qué importa más, la lógica o el corazón? Todo esto hecho evitando casi cualquier lugar común o volteándolo contra sí mismo. Es tan deliberado lo que hace que creo que, lo que sucede, es que hay gente ahí afuera que necesita relajarse y disfrutar cuando una película se atreve a ser tan relajadamente pacheca. Hay una escena en la que Paul Giamatti pasa tanto tiempo bajo el agua que cualquier intento por mantener la credibilidad “normal” de cualquier otra película tiene que ser desechado. En otra, Giamatti tiene qué comportarse como niño chiquito para averiguar cierta información sobre la ninfa, y si ahí no te has dado cuenta que estás viendo algo infinitamente descabellado a propósito...the joke’s on you. Y eso es lo que me sorprende más: La gente no tiene problemas para creer que una ninfa acuática aparezca en una alberca en la noche, o que un monstruo la persiga, pero sí para creer que una bola de vecinos van a salir de la burbuja de sus vidas para unirse y ayudarla. ¿Qué dice eso sobre la gente en todo caso?

Y nadie se merece los aplausos más que Giamatti. Él mantiene toda la ridícula historia en pie, está al centro de ella y va con facilidad de la comicidad a la tristeza al miedo. No puedo pensar en ningún otro actor, de ahorita o de cualquier momento que hubiera podido armarla así con un guión y un concepto tan difícil.
Como todas las otras películas de Shyamalan, La Dama en el Agua es impecable en todos los aspectos técnicos. Y el tipo sigue experimentando. Casi una toma por escena, con un estilo visual diferente (acentuado por la colaboración en esta ocasión con el fotógrafo Christopher Doyle, famoso por su enfoque improvisacional y su trabajo con Wong Kar Wai, y básicamente lo opuesto a Shyamalan, un control freak), y un énfasis en el mood más que en efectos especiales o intenciones de shock o sorpresa. Cualquier persona que se tome en serio el cine debe de ver las películas de Shyamalan simplemente por el rigor con el que son conceptualizadas y realizadas, independientemente de si el producto final gusta o no.

La neta, a pesar de las críticas, en el peor de los casos, Shyamalan y Lady in the Water son admirables. Los insultos y los ataques son consecuencia natural cuando un artista es honesto y le vale madre y sigue su visión sin importarle lo que sea aceptable o comercial o correcto. Todos los verdaderos cineastas tienen tantos fans como detractores, y todas las películas que realmente son diferentes son maltratadas por quienes no las quieren entender. Ser acusado de narcisista, egomaniaco y chafo es normal para cualquier artista respetable, desde Kubrick hasta Fellini. Pero la tenacidad y la originalidad viven más que una mala crítica. Prefiero cualquier día de mi vida ver La Dama en el Agua en vez de Superman, Cars, Piratas, Misión Imposible 3, todas películas mediocres por definición, sin personalidad, sin alma de verdad, complacientes y por ende decepcionantes, y que por cierto, tuvieron mejores críticas. Shyamalan es un necio arrogante, como todo buen artista tiene que ser para hacer realidad su visión. Su agente le dijo que no la hiciera, Disney le dijo que no, los medios le auguraron un fracaso, y no le importó. Era un cuento que le contaba a sus hijos antes de dormirlos y tuvo los huevos de dar el salto de fe como para hacerla hasta el final. Hasta las últimas consecuencias. Y tal vez sea mucho pedir que el público de un salto de fe como el suyo, aunque en comparación sea una miniatura. Ha tenido las peores críticas de su carrera y su recepción en taquilla no ha sido nada ejemplar, incluso se podría decir que es desastrosa. Pero la hizo. Y el día que yo la vi en el cine, la sala estaba casi llena y el público entusiasmado y feliz desde que empezó hasta que se terminó, y en lo más profundo, eso es lo que como cineasta realmente quieres a la hora de la hora: una sola sala, con un grupo de gente que te agarra la onda. Que se la creen tanto como tú. He wins.

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