Monday, September 18, 2006

APOLLO TRADE CENTER


No iría tan lejos como para llamar a World Trade Center, o Las Torres Gemelas, una mala película. No lo es. Cumple como entretenimiento. Pero tampoco es realmente buena. Es demasiado tímida, tiene demasiado miedo de ofender, se mueve con guantes de seda, y finalmente, le quita la cáscara a la fruta, por decirlo de alguna forma, y al final te das cuenta que es tan genérica y poco específica que pudieron haber cambiado la locación por una mina, y los personajes por unos mineros, y llamarla La Mina de Carbón y básicamente hubiéramos visto la misma película.

Ese sería mi problema principal con World Trade Center, que en realidad de lo único que no se trata es del World Trade Center. Esta película es la manera que Oliver Stone tiene de decir: “Ok, I’m sorry, hice Alexander, fue un desastre, a nadie le gustó, pero puedo hacer algo comercial sin meter mi agenda política en la mezcla para que me den chance de hacer películas en Hollywood otra vez”. Y la verdad, lo hace. Pero para mi gusto, se pasa de complaciente y de culo, y desde mi perspectiva hasta termina haciendo una película oportunista.

¿Cuál es el punto de hacer una película usando como pivote el 9/11 y la caída de las torres gemelas, para relegarlos luego a ser simplemente el background de una historia que trata, aunque no lo logra, de ser como un Apollo 13 en Nueva York? ¿No hay una obligación moral de parte de un artista de al menos tratar de darle el 9/11 una dimensión única, que rebase la simple anécdota y contextualizarla como un hecho en lo que se podría decir es el evento más importante del siglo hasta ahora? Stone y compañía dicen que lo que intentaron hacer fue no politizar el 9/11 y dedicarse a contar la “fascinante” historia de dos rescatistas que quedaron atrapados debajo de las torres cuando cayeron y finalmente fueron rescatados. El problema es que su historia no es realmente tan fascinante. Los tipos iban a hacer su trabajo, las torres cayeron, quedaron abajo, y permanecieron ahí casi inconscientes, en la oscuridad, hasta que fueron y los sacaron. La película se queda mayormente en esos límites, intercalando escenas de los dos tipos enterrados con las de sus familias sufriendo en el exterior, y de un extraño e inquietante personaje que supuestamente es un Marine, y que actúa consistentemente como robot más que como humano, aunque la película se empeñe en hacer sentir emoción y buena vibra proveniente de un ser cuya mayor reflexión en toda la película es demasiado hollywoodense: “Es como si Dios hubiera puesto una cortina de humo para que no viéramos lo que no estamos preparados para ver”.

Para hacer la historia interesante, el guión trata de dar dimensión a los personajes retratando su vida familiar, pero incluso eso es limitado. Supuestamente el personaje de Cage tenía problemas con su esposa, aunque eso es algo que apenas y se menciona, Dios no quiera que se retrate a la familia de un héroe como disfuncional, o con dos padres encabronados uno con el otro. La verdad es que, por lo que se ve, los dos personajes principales no tenían vidas demasiado turbulentas, y la movie, en vez de hacer honor a eso o buscar otra manera de retratarlas, intenta darles arcos y elipsis propias de la cinta de acción de la semana Hollywoodense, pero sin atreverse a hacer un retrato más humano, o al menos más honesto de estos personajes o del momento por el que atraviesan antes y durante lo que ocurre en la película. Es tanto el miedo por no ofender, que nadie dice nada sobre los ataques de los aviones en toda la película. Ni la esposa de Cage, ni la familia de nadie hace un solo comentario como el que todos estaban diciendo ese día. No hay un verdadero contexto de nada. Para algunos eso es “no politizar el 9/11”, pero para mí más bien es un poco de miedo de decir algo medianamente interesante acerca de lo que está sucediendo. En ese sentido, creo que Spielberg dice cosas más interesantes sobre el 9/11 en La Guerra de los Mundos y Munich que Stone en WTC. Acá, sentí todo forzado para ser coherente en un discurso cursilón sobre la capacidad de las personas para unirse y hacer lo correcto. Eso es todo lo que la película quiere decir y lo hace, pero en el proceso sacrifica todo lo demás. Es tan estrecho el enfoque que inevitablemente, Stone se ve obligado a “crear” un suspenso inexistente: ¿Sobrevivirán? ¿No sobrevivirán? ¿Se reconciliarán los personajes? Cualquier espectador medio inteligente sabe desde el primer momento la respuesta a estas preguntas, por lo que el suspenso que se busca no cuaja.

De todos modos, hay cosas positivas. No es fácil enmarcar una historia, o la mayor parte de una historia, con dos personajes enterrados bajo los escombros en la oscuridad, y visualmente solucionar tal problema de forma que no se vuelva claustrofóbica o demasiado tensa. Y tiene, por default, un impacto emocional fuerte. Primero, por el background que, aunque la película se niega a darle, tiene el 9/11, y segundo porque las actuaciones son buenas y todos parecen estar en el bote navegando en la misma dirección: no controversia, es solo la historia de estos dos tipos ahí abajo.

El problema, repito, es que el miedo a ofender y el deseo de complacer acaban por generalizar la tragedia al grado de que la película se siente oportunista. Contando una historia única de una forma standard, llenándola de lugares comunes. De hecho, no veo otra razón para llamarla World Trade Center excepto para atraer al público, pues aunque los hechos se desarrollan ahí, la trama y lo que sucede en ella no encuentran eco alguno en el título de la película. Creo que, si bien gran parte del enfoque es sobre los dos personajes convirtiéndose en amigos durante su estancia bajo los escombros, al menos se pudo haber llamado Septiembre 11, como fecha emblemática en la vida de los dos rescatistas.

No quiero ser el negativo, pero si vas a contar una historia del 9/11, veo muchas más posibilidades de hacer algo realmente emotivo si cuentas la historia de una familia que perdió a alguien querido ese día, en vez de una historia “positiva” cuyo mensaje es que, aunque ustedes no lo crean, en momentos de angustia y necesidad, la gente se ayuda una a la otra (wow).

Para Oliver Stone, es una decepción, incluso después de Alexander. Sí, juega el juego bajo las reglas de Hollywood, demuestra que puede ser complaciente y anti controversial. Pero la neta, hay miles de cineastas ahí afuera que pueden jugar así, ser complacientes y anti controversiales, y hacer del 9/11 una fábula de buena vibra, pero Oliver Stone puede hacer mucho más que eso, puede iluminar lo que a muchos les parece oscuro. Ya probó que puede ser domado. Ok. Cool. Move on. A lo que sigue.

NAPALM IN THE MORNING


La ambición es uno de los ingredientes principales de las grandes obras artísticas. No puedes llegar muy lejos si ni siquiera ambicionas llegar muy lejos. No puedes ser relevante si no te preguntas qué tan relevante eres en primer lugar. No puedes ser profundo si tu enfoque es limitado por una ambición diminuta. Bajo esos términos, Apocalypse Now de Coppola, tanto en su versión “corta” de 1979, como en la “redux” del 2001, es probablemente la película mas ambiciosa que se ha hecho, y el consenso general es que se trata de una de las mejores, más importantes, interesantes y logradas de la historia.

Con una turbulenta filmación que incluyó llevar a Coppola (el financiador con su propio dinero) casi a la bancarrota, un infarto del actor Martín Sheen, una estrella problemática que causó caos (Marlon Brando), ataques insurgentes de los rebeldes en la zona donde filmaban en las Filipinas, un huracán que destruyó todos los sets, amenazas e intentos de suicidio de su director, y finalmente 235 días de fotografía principal y años de postproducción, Apocalypse logró ser estrenada con cierto honor, aunque la prensa negativa rodeando la filmación fue en su momento más poderosa que la calidad misma de la película y su Palma de Oro en Cannes. Ganó el Oscar a Mejor Sonido en lo que más bien parecía una burla. El tiempo ha tenido un veredicto diferente y se ha convertido en un clásico y en una de las películas más influyentes de las últimas décadas.

Ya existía una versión en DVD de Apocalypse Now Redux, pero se trataba de un transfer menor, con sonido que apenas cumplía con la calidad requerida normalmente. Nada extraordinario. Por eso es bastante importante checar el nuevo DVD, al que titulan Apocalypse Now, The Complete Dossier, y que incluye las dos versiones, la corta y la larga, totalmente remasterizadas, reeditadas, y todos los otros res posibles.
Yo he visto Apocalypse muchas veces. Cuando estrenaron Redux en el cine la fui a ver cuatro veces, nomás porque sabía que ver una película así en la pantalla grande es un privilegio que no llega a cada rato a ningún lado. Mi favorita, como quiera, es la versión original. Aunque Redux es más completa y más rica en contenidos y giros, la neta es demasiado larga y siempre que la veo a huevo llega un momento en que cansa. Eso nunca me ha sucedido con la versión original, que fluye como el río en el que se desarrolla la cinta, y te deja completamente rockeado sin que en ningún momento sientas que necesitas descansar o ir a echarte una meada o algo para despejarte. El trip es que, mencionó que he visto Apocalypse, como una de mis películas favoritas, decenas de veces, porque hace un par de días que vi el DVD nuevo (la versión corta), honestamente no podía creer lo que veían mis ojos. Fue como verla por primera vez.

El transfer es simplemente espectacular. Las imágenes están claritas, llenas de color, cada pinche detalle es apreciado. Se ve como si la hubieran hecho ayer. Los negros están negros, los blancos blancos, la paleta completa se siente viva. Y particularmente, el sonido es toda una experiencia envolvente. La mezcla es perfecta. La música, los efectos y las voces están todos en el justo nivel. Básicamente te sientes ahí. Los que vean la película por primera vez en un Home Theathre de 5.1 canales van a tener un contacto inicial con esta película, probablemente mejor que si la fueran a ver al cine, al menos en términos de sonido, pues no sé que trip traen en el cine de un tiempo para acá que nunca le suben bien al volumen y todas las películas se oyen medio pinches.

Verla con esta calidad me hizo descubrir o ponerle atención a detalles que en muchas otras ocasiones no se me habían hecho tan llamativos o logrados. La música original de “orquesta sintética”, y la súper alucinante secuencia psicodélica del puente Hao Phat cobran una nueva vida.

El fotógrafo Vittorio Storaro, con autorización de Coppola, hizo un cambio al aspecto radial de la película en este DVD, abandonando el widescreen original por un intermedio entre el standard de las televisiones rectangulares y lo que tenían antes y creo que fue una buena decisión. El enfoque épico de la película la hace tener pocos close ups, y gestos y detalles mínimos de las actuaciones y los sets se pierden en el rectángulo “pequeño” que se hacía anteriormente. Con este cambio, la película se vuelve emocionalmente más directa. Aunque como quiera, deberían de dejarle al público la opción de ver la película como el público prefiera.

Vienen una decena de documentales cortos sobre la filmación, pero sobre todo la postproducción de la película, incluyendo algunos sobre el exhaustivo y detallado trabajo del diseño de sonido y la música, así como escenas borradas y grabaciones de Brando leyendo las poesías de T.S. Elliot.

El comentario de Coppola es entretenido y fascinante en sus detalles, aunque se le nota algo tímido para hablar abiertamente de los momentos más densos de la producción de la película.

Es bueno ver que, de vez en cuando, un DVD de una película importante es tratado con el respeto y el cuidado que se merece. Se le hace justicia a la película y probablemente la estemos viendo mejor que como se veía cuando originalmente la estrenaron.

Dicho esto, ningún DVD de Apocalypse Now puede llamarse The Complete Dossier sin incluir el documental making of nominado al óscar “Hearts of Darkness: A Filmmaker’s Apocalypse”, filmado por la esposa de Coppola, a veces sin que él se diera cuenta, durante el rodaje de la película, y donde vemos al tipo casi volverse loco, bajar y subir de peso dramáticamente, gritarle a todo el mundo, exhibir el orgullo y la pedantez de un egomaniaco y después casi llorar. En conjunto un fascinante retrato de un artista al borde del abismo, tanto creativa como económica como personalmente. Si alguien quiere verlo, vayan a
http://www.youtube.com/watch?v=LN5IfpEwPEw
donde de momento está, pero quien sabe por cuanto tiempo.

Para cualquiera que le guste el cine, este es uno de los pocos que realmente es obligatorio.

Wednesday, September 13, 2006

99 PROBLEMS BUT A BITCH AIN'T ONE

Llevo meses, tal vez años pensando en escribir un pequeño texto acerca de cómo en 1999 hubo más películas chidas de lo normal. A estas alturas, cinéfilos y críticos coinciden en que el 99 fue el último gran año del cine hasta el momento. Por lo menos del cine hablado en inglés.

Lo que sucedió en el 99 fue inaudito. De hecho, las películas eran tan buenas y tan diferentes que no fueron pocos los que se preguntaron si el buen cine de ese año era un síntoma de que las cosas estaban cambiando, de que los estudios iban por fin a empezar a apostarle los billetes a películas menos convencionales, a romper el molde, a arriesgar algo para variar, en aras del buen cine. Y había razón en preguntarse eso, pues la mayoría de las películas chidas del 99 (muchas) no fueron independientes, sino productos directos de la maquinaria hollywoodense.
The Straight Story, de David Lynch
American Beauty, de Sam Mendes
Eyes Wide Shut, de Stanley Kubrick

Y probablemente esa fue la gran diferencia. Películas arriesgadas contaron con el respaldo económico de los estudios, y así obtuvieron una mayor audiencia y reconocimientos más notables. Increíble que una película tan extraña como Being John Malkovich, de Spike Jonze, haya sido de estudio.

Y miren la lista. El 99 fue el año de Eyes Wide Shut, la última película de Kubrick, ninguneada en su momento y que con cada año que pasa crece en estatura y aprecio. Fue el año de The Matrix, que revolucionó el cine de acción para la nueva década, y no sólo eso, sino que se trataba de ALGO, en oposición a lo que el cine de acción normalmente es. Y fue el año en que una película como American Beauty no sólo ganó el oscar, sino que además fue éxito de taquilla.


Being John Malkovich, de Spike Jonze

Todo Sobre mi Madre, de Pedro Almodóvar

Sweet and Lowdown, de Woody Allen

Muchas cosas extrañas sucedieron en el cine del 99: tal vez la más extraña fue atestiguar que una película del maestro del freak, David Lynch, The Straight Story, comenzara con el título de Walt Disney Pictures Presenta, y todavía más loco, que esa película, en toda su dulzura clasificación A, resultara ser una obra maestra (mi favorita de ese año, lo cual es decir mucho).

Summer of Sam, de Spike Lee

Dogma, de Kevin Smith

Man on the Moon, de Milos Forman

El 99 fue el año de Magnolia, de PT. Anderson, fácilmente la película más influyente de los último diez años. Y fue el año de Fight Club, una película tan subversiva que la única manera de hacerla más subversiva fue ponerle de estrella a Brad Pitt. Hay pocas películas que hablen tan claramente del momento histórico en el que se filmaron como Fight Club.

El cine de horror tuvo dos exponentes que se convirtieron en clásicos instantáneos: The Sixth Sense, de Shyamalan, y el fenómeno cibernético de The Blairwitch Project. David Cronenberg brindó una de sus películas más extrañas: Existenz.

Magnolia, de Paul Thomas Anderson

Limbo, de John Sayles

The Insider, de Michael Mann

Hasta las comedias prepoides de adolescentes encontraron una voz inteligente y mordaz en la sátira política Election, de Alexander Payne, previo a sus éxitos con About Schmidt y Sideways. Kevin Smith, quien usualmente maneja un humor más puberto, se puso polémico con su irreverente crítica a la iglesia católica Dogma. Hubo una explosiva mezcla de farsa y acción con Three Kings, de David O. Russell, la primer película de estudio americana que trataba con algo de cerebro el tema de la guerra del golfo pérsico del 91.

Parecía que cada director respetable estaba bateando homeruns por su lado. Además de Kubrick, Anderson, Jonze, Lynch, Cronenberg y Shyamalan, estaban Oliver Stone, con su ácido estudio del fútbol americano Any Given Sunday, Martín Scorsese con la deprimente Bringin Out the Dead, Pedro Almodóvar con su masterpiece Todo sobre Mi Madre, Anthony Minguella con el elegante misterio The Talented Mr. Ripley, Tim Burton con su divertida y lúgubre mezcla de horror y comedia en Sleepy Hollow, Michael Mann con la mitad thriller mitad drama contra las corporaciones, The Insider, Neil la Bute con la desoladora misoginia de Your Friends and Neighbours, Robert Altman con su alegre y despreocupada Cookie’s Fortune, John Sayles con la atrevida y abierta Limbo, Spike Lee con su excesiva Summer of Sam, Milos Forman con Jim Carrey completamente transformado en Man on the Moon y hasta Woody Allen, quien suele ser irregular, se puso a la altura con su tragicomedia Sweet & Lowdown.


Election, de Alexander Payne

Bringing out the Dead, de Martin Scorsese

Any Given Sunday, de Oliver Stone

En México tuvimos al menos dos películas valiosas: la adaptación totalmente sin concesiones de Arturo Ripstein de El Coronel no Tiene quien le Escriba, y la fascinante Bajo California, el Límite del Tiempo, una de las películas mexicanas más cool de los ultimos años.

Lo que me pasó ese año es que por un periodo de dos o tres meses, cada vez que iba al cine salía tan feliz que no daba crédito. Todas estas cintas no tienen nada en común una con la otra, son visiones únicas con estilos personales, es cine de autor a gran escala. Críticas, fuertes, inteligentes. Y todas son realmente muy buenas. Pronto serán diez años de esto, y ninguno de los años subsecuentes han estado ni cerca de lo que sucedió en aquel entonces. Al contrario, cada vez es más difícil toparse con películas tan libres en el cine, y cada vez tiene uno que conformarse más con productos más convencionales. Imagínense que nos hemos vuelto tan fresas, políticamente correctos y predecibles que a Crash y a Brokeback Mountain se les considera películas atrevidas...


Monday, September 04, 2006

POOL CREEP

Hay un video en vivo de Radiohead tocando Creep en algún tipo de show sabatino de MTV grabado en los early 90's que a veces hace las rondas en telehit, y que siempre me ha parecido gracioso y elocuente, porque ilustra con dulzura el horrible momento estético por el que la humanidad del mundo occidental estaba pasando en aquellas épocas.

Es fácil olvidar que Radiohead, junto con Nirvana, Pearl Jam, Stone Temple Pilots y toda la onda grunge "todo es deprimente y triste" que se puso de moda en los noventas tuvo que convivir por un tiempo con trips como New Kids on the Block y Madonna. La gente olvida que, previo al grunge, los 90's no sabían exactamente qué hacer consigo mismos y los excesos chafoides y ridículamente superficiales de los ochentas aún hacían ruido y buscaban sobrevivir en la nueva década. Por eso había Milli Vanilli, Vanilla Ice, y toda esa parodia de la parodia involuntaria. Todo ese techno que ponían en los quince años y las graduaciones, "saturday night, ta rarararara", etc...Sí, mi cerébro se retuerce cuando tales sonidos olvidados regresan a mi mente.

Y en lugares menos glamorosos del primer mundo se gestaba el movimiento musical que iba a mandar el glamour tanto al diablo que durante cuatro o cinco años, lo más in era verse como pordiosero. El grungo de la segunda mitad de los noventa es tan pesado en contenidos y tan lleno de principios que hasta es chocante, pero supongo que era necesario contrarrestar tanta banalidad con algo igual de radical.

Lo chistoso de este video de Radiohead es ver como ambas corrientes estaban todavía ocupando el mismo espacio. Este show matutino se desenvolvía en una especie de motel con alberquita y todo, los chicos y chicas de la época que "rapeaban" con Ice, Ice Baby salían en sus trajes de baños de colores chillantes estilo Salvado por la Campana y bailaban lo que les pusieran a sus fresas existencias. Y luego llegan los Nirvanas y Radioheads del mundo y supongo que, su repentino éxito agarró sin estrategia a los de MTV y compañía y decidieron, como buen éxito de top 40 que fue Creep, ponerlos a tocar semejante rola de alto nivel de elementos depresivos en su show good vibe tragate tu cereal no te preocupes de nada interesante de sabado por la mañana. Y ahí están Thom Yorke y sus secuaces, todos vestidos de negro o blanco y negro con las miradas cabizbajas y la vibra pesada de alguien que canta que "i'm a creep, i'm a weirdo, what the hell i'm doing here, i dont belong here"...y es, por supuesto, de lo más bizarro verlos mientras el público con sus trajes de baño de estampados de Traper Keeper sonríen y tratan de bailar el que se convertiría en uno de los himnos más mamucas de la juventud de los noventas.

Que las cosas iban a cambiar casi hasta dar un giro de 180 grados en los próximos años es obvio ahora, en perspectiva, como debió de haber sido obvio que todo se iba a ir al carajo cuando de pronto, Ricky Martin se colaba con La Vida Loca y Britney Spears con Baby One More Time entre videos de Radiohead y Nine Inch Nails, hace apenas seis o siete años...