Thursday, August 24, 2006

NIGHT vs. THE WORLD

Por días he tratado de encontrar una manera de hablar de La Dama en el Agua sin caer en los lugares comunes que he encontrado en la mayoría de los críticos y escritores que he leído en internet al referirse a esta película. La respuesta de la crítica ha sido tan casi unánimemente negativa, y en la mayoría de los casos tan agresa que incluso me da miedo recomendarla aunque sea con un poco de timidez. Pero tengo qué decirlo. Tengo que salir y dejar testamento que el domingo que vi La Dama en el Agua la disfrute un chingo. Igual que las tres personas que iban conmigo, y por lo que vi, del resto del público de la sala, casi llena.

Ya leí todas las críticas, ya he visto todos los comentarios. El mundo se une en su odio. La Dama en el Agua es un “desastre”. “Absurda”. “Completamente inverosímil”. “Falta de lógica”. “Aburrida”. “Sentimentaloide”. “Mal escrita”. “Incoherente”. “Ridícula”. “La peor película en años”. Y M. Night Shyamalan es un “arrogante”, “narcisista”, “inepto”; “cada vez peor”...su decisión de darse a sí mismo el papel de un escritor cuyas palabras, eventualmente cambiarán el destino de la humanidad es una muestra de sus “delirios de grandeza”. Honestamente, desde Oliver Stone y sus Asesinos por Naturaleza, o desde que Woody Allen se casó con Soon Yi Previn, no había leído tantas críticas a una película donde la mitad de los ataques son personalmente dirigidos al cineasta. No ayuda en nada el libro autobiográfico de Shyamalan en el que narra con lujo de detalles la manera en que cuando en Disney no les gustó su guión para esta película, se sintió tan “devastado” que “lloró”, y se fue de la compañía con la Warner (no sin hacerle los cambios que la gente de Disney le sugirió a dicho guión).
Pero tengo que estar en desacuerdo. Cada vez que un odio así surge en los medios, como dice Robert Altman: “nunca eres tan bueno como dicen cuando eres bueno, ni tan malo como dicen cuando eres malo”.

Neta. El domingo el público cayó con Lady in the Water. Se la creyeron toda. A nadie pareció importarle su “incoherencia”. Se rieron. Se emocionaron. Yo estaba ahí, y casi estaba igual. Y en los días consecuentes, he pensado en ella y en lo que Shyamalan intenta hacer con su historia y hasta me ha llegado a parecer brillante.

Nadie niega, ni siquiera sus más fúricos detractores, que M. Night Shyamalan es un cineasta ultra talentoso. Una visión única en medio de una industria llena de copiones, específicamente en el ramo de los cineastas que se dirigen a las grandes audiencias. Pero su enorme talento y su necedad para seguir su visión parece molestarle a algunas personas. O algo así. El Sexto Sentido lo convirtió en uno de esos pocos directores estrella y desde entonces, en vez de jugársela seguro ha pasado los años ofreciendo siempre creaciones originales, distintivamente suyas, a riesgo de alienar a la masa gigantesca que solo quiere entretenerse un rato con películas desechables, predecibles y a la larga aburridas por su inofensividad, como Superman Regresa.
Intenté escribir una descripción de la historia de La Dama en el Agua, pero es inútil. Es demasiado extraña para detallarla sin que suena a marihuanada total (porque de hecho lo es). Lo que sucede básicamente es que un hombre solitario con una historia trágica (Paul Giamatti) que vive en un complejo de departamentos, por cuestiones que sólo la película puede explicar, tiene que ayudarle a una ninfa marina que aparece en su alberca a regresar a su mundo, no sin antes descubrir su propio lugar en lo que parece un cuento de hadas, y el de todos los vecinos de los departamentos. Es mejor dejarlo ahí, pues La Dama en el Agua es mucho más metáfora que historia, y es sólo en esos términos que comienza a tener sentido. El simbolismo es pesado casi al punto de ser obvio, pero la película siempre se mantiene ligera.

Eso es, claro, si como espectador damos el salto de fe que Shyamalan pide, y no es poco. De hecho, sé que la gran mayoría no va a poder darlo, pero los que sí, les espera algo cool. Casi todos los críticos han sido rápidos para señalar los “defectos” de esta película. La historia absurda, la manera casi ridícula en que Giamatti acepta la realidad que la ninfa le presenta, y peor aún, la facilidad infantil con la que el resto de los personajes no solo le creen cuando les cuenta, sino que se apuntan para ayudarle. Los “hoyos” en la historia, de cómo se presentan situaciones y luego son abandonadas sin resolución. Esto ha sido interpretado por algunos como auto indulgencia, falta de ganas al escribir, o simplemente desconexión total por parte del guionista y director a la hora de estructurar su historia. Pero creo que quien piense así está perdiendo el punto. Es inútil criticar a una película así por su falta de lógica.

La Dama en el Agua es primero que nada una película sobre como las historias son inventadas y contadas de persona a persona, y de cómo sobreviven por medio de la capacidad de cada quién de imaginarlas y encontrarles un sentido en su propia vida y marco de referencia. La secuencia inicial, de pinturas rupestres animadas hace una conexión entre esa antigua forma de contar cuentos y la más moderna, que sería un medio audiovisual como el cine. Tener poder para imaginar las cosas más locas y creerlas, dice la película, es la salvación. Sin eso, nada tiene sentido.
Sí, los críticos han notado la aparente ligereza con la que todos los personajes de la película creen y cooperan con Giamatti y la ninfa para lograr su objetivo, sin importar lo improbable que suene. Y tienen razón en eso, los personajes felizmente aceptan creer en lo que Giamatti dice y le ayudan. De hecho, todo el tiempo mencionan lo bizarro del asunto. Uno de los aciertos de la película es su tono juguetón, medio en broma, medio en serio, con los personajes constantemente reconociendo que lo que está sucediendo es completamente inverosímil y tonto, y sin embargo se entregan a la misión con la seriedad y la fe de alguien que no le importa que sea tonto. Esto se acentúa por la estrategia de Shyamalan de nunca salir del complejo de departamentos, y es rara una película Hollywoodense que piense en grande y actúe en pequeño como esta. De hecho el único personaje que parece pensar que todo a su alrededor está de hueva, es precisamente el crítico, quién tiene una gran escena casi al final, cuando comienza a narrar lo que está sucediendo en pantalla con el tono cínico de alguien que sabe lo que va a suceder para luego ser sorprendido.

Lo que los críticos han descalificado como el mayor defecto de la película, para mí es su más grande virtud. Hay algo acerca de la desvergonzada y risible mensez con la que todos los personajes se dejan llevar por lo que sucede en la historia que se vuelve irreverente y casi mágico espiritualmente. ¿A quién le importa la lógica? ¿Cuál es el punto de que una película tenga “sentido”? ¿Qué importa más, la lógica o el corazón? Todo esto hecho evitando casi cualquier lugar común o volteándolo contra sí mismo. Es tan deliberado lo que hace que creo que, lo que sucede, es que hay gente ahí afuera que necesita relajarse y disfrutar cuando una película se atreve a ser tan relajadamente pacheca. Hay una escena en la que Paul Giamatti pasa tanto tiempo bajo el agua que cualquier intento por mantener la credibilidad “normal” de cualquier otra película tiene que ser desechado. En otra, Giamatti tiene qué comportarse como niño chiquito para averiguar cierta información sobre la ninfa, y si ahí no te has dado cuenta que estás viendo algo infinitamente descabellado a propósito...the joke’s on you. Y eso es lo que me sorprende más: La gente no tiene problemas para creer que una ninfa acuática aparezca en una alberca en la noche, o que un monstruo la persiga, pero sí para creer que una bola de vecinos van a salir de la burbuja de sus vidas para unirse y ayudarla. ¿Qué dice eso sobre la gente en todo caso?

Y nadie se merece los aplausos más que Giamatti. Él mantiene toda la ridícula historia en pie, está al centro de ella y va con facilidad de la comicidad a la tristeza al miedo. No puedo pensar en ningún otro actor, de ahorita o de cualquier momento que hubiera podido armarla así con un guión y un concepto tan difícil.
Como todas las otras películas de Shyamalan, La Dama en el Agua es impecable en todos los aspectos técnicos. Y el tipo sigue experimentando. Casi una toma por escena, con un estilo visual diferente (acentuado por la colaboración en esta ocasión con el fotógrafo Christopher Doyle, famoso por su enfoque improvisacional y su trabajo con Wong Kar Wai, y básicamente lo opuesto a Shyamalan, un control freak), y un énfasis en el mood más que en efectos especiales o intenciones de shock o sorpresa. Cualquier persona que se tome en serio el cine debe de ver las películas de Shyamalan simplemente por el rigor con el que son conceptualizadas y realizadas, independientemente de si el producto final gusta o no.

La neta, a pesar de las críticas, en el peor de los casos, Shyamalan y Lady in the Water son admirables. Los insultos y los ataques son consecuencia natural cuando un artista es honesto y le vale madre y sigue su visión sin importarle lo que sea aceptable o comercial o correcto. Todos los verdaderos cineastas tienen tantos fans como detractores, y todas las películas que realmente son diferentes son maltratadas por quienes no las quieren entender. Ser acusado de narcisista, egomaniaco y chafo es normal para cualquier artista respetable, desde Kubrick hasta Fellini. Pero la tenacidad y la originalidad viven más que una mala crítica. Prefiero cualquier día de mi vida ver La Dama en el Agua en vez de Superman, Cars, Piratas, Misión Imposible 3, todas películas mediocres por definición, sin personalidad, sin alma de verdad, complacientes y por ende decepcionantes, y que por cierto, tuvieron mejores críticas. Shyamalan es un necio arrogante, como todo buen artista tiene que ser para hacer realidad su visión. Su agente le dijo que no la hiciera, Disney le dijo que no, los medios le auguraron un fracaso, y no le importó. Era un cuento que le contaba a sus hijos antes de dormirlos y tuvo los huevos de dar el salto de fe como para hacerla hasta el final. Hasta las últimas consecuencias. Y tal vez sea mucho pedir que el público de un salto de fe como el suyo, aunque en comparación sea una miniatura. Ha tenido las peores críticas de su carrera y su recepción en taquilla no ha sido nada ejemplar, incluso se podría decir que es desastrosa. Pero la hizo. Y el día que yo la vi en el cine, la sala estaba casi llena y el público entusiasmado y feliz desde que empezó hasta que se terminó, y en lo más profundo, eso es lo que como cineasta realmente quieres a la hora de la hora: una sola sala, con un grupo de gente que te agarra la onda. Que se la creen tanto como tú. He wins.

OCULTO

Una de las cosas que más me encabrona sobre este mundo es la historia de la dominación europea sobre los otros continentes, y cómo las consecuencias de su colonización y genocidio humano y cultural, y de su gigantesco robo de bienes materiales durante siglos sigue impactando la economía de hoy. Pero lo que más me caga del asunto es como Europa y las naciones que se desprendieron de ella en otros continentes pero que continuaron con una marcada influencia europea (como Estados Unidos y Canadá, Australia, etc...) han mantenido un free pass respecto a sus crímenes contra la humanidad simplemente porque siguen siendo del club de los poderosos, mientras voltean la cara y se hacen pendejos ante su propia culpa. Es imposible ver la calidad de vida de un país como España o Francia y no remontarse a la época de la colonia cuando masacraban indígenas y aborígenes en América y África mientras les robaban el oro y se enriquecían cochinamente, y no hacer una conexión entre esos hechos y su riqueza actual.

Las consecuencias de esa violencia gangsteril, sin embargo, no han quedado flotando en el aire sin hacerse notar. Las minorías respiran resentimiento y están listas para explotar en cualquier momento. Y lo han hecho, como el año pasado en Francia o en el 92 en Los Ángeles.
A simple vista, Caché, la más reciente perturbadora película de Michael Haneke (La Pianista, Funny Games), no tiene nada que ver con esto. Aparenta ser y se desenvuelve como un thriller sobre una pareja de intelectuales burgueses franceses que comienzan a sentirse amenazados al recibir videocintas con imágenes del exterior de su casa, haciéndoles saber que están siendo observados. Él es un escritor que tiene un programa de tv sobre libros, y su casa tiene tantos como quepan en sus paredes. Tienen un hijo cuya vida es tan complaciente que se la pasa malviajado simplemente porque no tiene nada de qué malviajarse. Pero el acoso de las videocintas quiebra su aparente estabilidad y provoca en el padre de familia un reencuentro con su infancia olvidada, sus pecados pasados y su culpa de rico gracias al sufrimiento de un inocente de otra cultura.

Revelar más detalles acerca de la trama sería arruinar el suspenso. Caché es fácil de ver y de seguir, y no hay una sola escena desperdiciada. Casi cada movimiento o línea de los personajes incluye información vital. Hasta las tomas donde nada parece estar sucediendo están llenas de datos. Como espectador, no puedes evitar estar atento y tratar de unir las piezas del rompecabezas. Pero Caché, finalmente, y aunque lo aparente, no es realmente un thriller, ni está interesado su director en “resolver” el “misterio”. Tales mecanismos son el gancho para mantener al espectador interesado mientras se permea la info realmente importante. Comenzamos a notar la culpa del protagonista, y los extraños paralelos entre las noticias que ve en la televisión y lo que sucede en su vida. La traducción del título (Hidden, u Oculto), funciona como revelador e ironía. Todo está oculto en esta película. Los motivos, los dolores, la culpa, el rencor. Realmente no sabes qué creer o qué pensar, pero eso no evita que estés frikeado.
Haneke tiene una habilidad natural para mantenerte preocupado durante toda una película sin recurrir a los trucos normales del cine. Sin música, sin movimientos de cámara, sin persecuciones o explosiones emocionales. Todo por debajo. La quietud provoca más terror. Muchas de las tomas de la película están encuadradas de la misma forma que las supuestas tomas de video que les mandan al matrimonio, y hubo muchas veces en que me preguntaba si lo que estaba viendo era una toma dentro de la película o una del video. Todo el trip es bastante inquietante.
El pasado del protagonista se va revelando como uno de oscuridad, y bajo el manto de la estética thriller yace una crítica a la sociedad europea contemporánea y su aparente despreocupación acerca de su propia historia como asesinos y opresores del resto del mundo. Sus personajes centrales, dos burgueses franceses son simpatéticos pero no inocentes. La manera en la que Haneke desarrolla la historia nos hace, como espectadores, ponernos de su parte y juzgar lo que sucede con el filtro de nuestros propios prejuicios. Queremos buscar un culpable y mediante las pistas y la información que nos da la película lo “encontramos”. Pero pongan atención a la última toma de la película, y eviten que su mirada vaya a donde naturalmente va por la composición del cuadro. Noten a dos personas que platican en el extremo derecho de la pantalla y vean quiénes son. ¿Por qué están ahí hablando si ni se conocían? ¿Qué nos quiere decir? Tal vez quienes pensamos que eran los culpables realmente no lo eran y fuimos tan arrogantes como los protagonistas. O tal vez no tiene nada qué ver con nada y yo estoy leyendo de más en esto.

Lo más chido de Caché es que deja todo abierto y cada quién le va a encontrar un sentido que, involuntariamente, refleja quiénes somos y qué pensamos de lo que ha pasado frente a nosotros por dos horas. Y no necesariamente va a ser bonito. Eso es arte.

OZU

El tiempo pasa. Los tiempos cambian. La gente dice esto todo el tiempo. Es parte de la vida, es inevitable. Los rucos sobre todo, lo dicen mucho. Un día te despiertas y te acuerdas de algo que pasó en tu niñez y se siente realmente lejano. Otros días vives el cambio segundo por segundo, en toda su importancia e inevitabilidad. Pero las cosas tienen que cambiar para poder continuar. He ahí la paradoja que por toda la historia ha regido nuestra existencia. Lo que casi nadie menciona nunca es como los cambios duelen. Cómo el tiempo pasa y con él las cosas cambian y como incluso aunque sea en nuestro beneficio, los cambios que vienen con el paso del tiempo duelen.

En el cine, por lo que he visto, nadie ha podido expresar este pensamiento tan bello de forma tan elocuente como Yasujiro Ozu. He visto solo dos películas de él y hay algo casi zen en la manera en que narra sus historias con imágenes. Casi, digo, porque para llegar a un trip zen se necesita de un cierto desapego emocional, y las películas de Ozu escurren sentimiento, aunque sea al estilo japonés, siempre oculto bajo la buena cara y el comportamiento propio y educado.

El tipo sabía qué pedo. Sus películas parecen hechas por un anciano contemplando la vida en la paz de la vejez, pero no era un anciano cuando las hizo todas. Trabajó primero en el cine mudo, luego en el sonoro en blanco y negro, y finalmente en color, antes de morir en los 60’s. Le tocó vivir el principio de siglo, el cambio de Japón de imperio cerrado a nación poderosa a derrotados y masacrados en la Segunda Guerra Mundial, y a su renacimiento como potencia económica. Tal vez por eso meditaba tanto acerca del paso del tiempo y los cambios, la muerte, la destrucción de una cosa para el nacimiento de otra, el dolor de seguir para disfrutar. Y no lo hace con imágenes de horror o de sangre o de caos. Sus películas transcurren pacíficamente. Sus personajes siempre encuadrados entre las paredes de sus casas, su cámara casi siempre estática, atenta a los sonidos naturales, fascinada por los barcos y los trenes que recorren la tierra con gente adentro.
Historia de Tokio y Late Spring, ambas consideras obras cumbre de la cinematografía mundial, hablan con imágenes de estos temas. En la primera, una pareja de ancianos visita a sus hijos en la capital japonesa sólo para descubrir que están muy ocupados para atenderlos. Pero Ozu no es mexicano, su cine no es melodrama, sus personajes no lloran y se quejan porque sus hijos no los pelan. Aceptan las cosas, al menos en apariencia, y responden como todo japonés, con dignidad y meditación, con una conmovedora aceptación de los cambios de la vida.

En Late Spring, una chica casi solterona vive contenta con su padre viudo hasta que las presiones sociales comienzan a hacerle ver que se tiene que casar pronto. Su resistencia tiene más que ver con el miedo al cambio que con el amor a su papá, pero eso es irrelevante, pues las cosas tienen qué cambiar para poder continuar, aunque duelan.
Ambas películas comparten un final conmovedor, en el que un personaje, solo, confronta el paso del tiempo y sus consecuencias. En La Historia de Tokio, el patriarca mira el mar y observa el tren que pasa mientras se echa aire con un abanico. En Late Spring, después de la felicidad de la boda de la hija, de la peda con los amigos, de las pláticas y de los consejos, de la sonrisa y la tranquilidad por ver a su hija finalmente casada, el viudo se va a su casa, se sienta en su sala, y mientras lo observamos con tres cuartos de su espalda hacia la cámara, sin verle los ojos o el rostro, se inclina hacía abajo y pone sus manos en su cara, como llorando. La vida duele, pero está bien. El tren seguirá pasando, y todo va a continuar.

FUEGO EN EL HOYO

La naturaleza humana es sobre repetición. Seguir los mismos esquemas una y otra vez hasta que un número considerable de personas se hartan y los destruyen temporalmente, solo para caer de nuevo en los mismo esquemas de siempre. Siempre hay esa resistencia al cambio, a nivel individual (chequen lo de Ozu), o más notablemente de manera grupal, como sociedad.

Esto se me ocurrió al ver Harlan County, Usa, un documental de Barbara Kopple hecho en los setentas, sobre una huelga de mineros de Kentucky, cansados de los maltratos y buscando pertenecer a un sindicato. Es una pieza de cine emotiva, íntima, que humaniza enormemente a ese personaje que labora en uno de los jales más peligrosos y peor pagados del mundo.

Su historia es la misma de todos. De ser tratados como animales (o como uno de ellos menciona, peor, ya que “siempre puedes contratar un nuevo minero pero a una mula la tienes que comprar”, en palabras de su capataz), a obtener cierta dignidad por medio de la violencia para unas décadas después decidir que ya tuvieron suficiente y que quieren un poco más de dignidad, sólo para recibir resistencia de los dueños de las minas, quienes no importa lo razonables que sean las peticiones de sus empleados, no las quieren realizar nomás porque les cuesta dinero y, en su marco de referencia, eso simplemente no es justo.
Los mineros tienen fácilmente uno de los peores jales del planeta. Generalmente acaban en él por vivir en lugares remotos sin acceso a una mejor educación o cualquier otro tipo de fuente de trabajo, competitivo o no. Desde adolescentes tienen que trabajar jornadas largas sin luz solar respirando gases tóxicos que a la larga les provocarán la destrucción de sus pulmones, con constante peligro de muerte por explosiones y accidentes. Viven en el frío de las minas y sacan apenas lo suficiente como para alimentar a sus familias.

En la época en que se hizo esta película, lo único que los mineros pedían era que la compañía para la que trabajaban aceptara que pertenecieran al sindicato nacional que les daría ciertos beneficios. No demasiado, honestamente. Pero la compañía minera no iba a hacer eso pues si lo hacía, una reacción en cadena con otros mineros de otras localidades podría hacer que pronto los salarios de sus casi esclavos los llevaran, si no a la banca rota, al menos sí a tener un poco menos de lana para que sus esposas se compren una bolsa cool o un carro más chiquito.

Es chistoso, no veo otra palabra como definirlo, ver a los dueños de la mina, con sus abogados, declarar a los medios que según los médicos, trabajar en una mina “no necesariamente” es causa de la enfermedad conocida como Pulmón Negro. Esto es como las compañías tabacaleras diciendo en los ochentas que fumar “no necesariamente” causa cáncer, o cómo Bush y sus serpientes diciendo que el calentamiento global “no necesariamente” está realmente sucediendo. Esto es lo que la gente en el poder hace. Niegan la realidad hasta que ya no hay manera de hacerlo, hasta que la gente se encabrona y hace algo al respecto y los obliga.

Da rabia ver que a unos mineros que sólo piden algo razonable se les responda con balazos e insultos, como uno de los jefes de la compañía diciendo que el comportamiento de las esposas de los mineros, al ayudarles en la huelga, “no es digno de las mujeres americanas”.
Es bullshit, claro. Y hoy en día estamos rodeados de bullshit de todos lados, excusas que los que destruyen a la gente y al mundo se inventan a sí mismos para justificar sus estupideces. Y es como siempre ha sido.

Sí, puede ser deprimente, pero Harlan County, USA, no es sobre la maldad de las corporaciones, sino sobre el impulso natural de los seres humanos a luchar por su bienestar. Lo chido es ver que la gente se puede unir y hacerla de pedo y ganar su pequeña batalla. Tal vez no sea mucho, pero es algo, y para cada pequeña lucha hay un gran significado.

No hay nada peor que la apatía, y cuando hay personas que se empecinan en lograr algo que les parece justo es inspirador. La huelga de los mineros duró más de un año, y mientras casi no tuvieron para comer. De por sí sus condiciones de vida ya eran bastante precarias, en lo que uno de los líderes de la huelga llama “un sistema feudal”, pues en pueblitos así, o jalas en la mina o no jalas, y hay ricos muy ricos, y mineros.

Esto es muy cool especialmente con todos los assholes hoy en día criticando a la gente que protesta por las mamadas del PAN, del IFE y whatever. No importa si hubo fraude o no, lo que es chido es que la gente, por primera vez en años, realmente hace algo respecto a su descontento, su voz se escucha. Los otros assholes que viven en Disneylandia y prefieren a todos callados y que lo único que sugieren es que la gente se “ponga a jalar” claramente no tienen un contacto directo con la realidad, porque tienes que creerte muchos cuentos de hadas para asumir que la única solución para todo en esta vida es nomás trabajar, como si fuéramos hormigas. Pero suficiente sobre eso...

Harlan County, USA es una gran película porque realmente te hace sentir parte del mundo donde ocurre la historia que cuenta. La gente del campo de USA, siempre blanco fácil de las burlas por su manera de hablar y su supuesta ignorancia, es humanizada al punto de la hermandad, casi. La película es una celebración de su cultura, con sus bailes, tradiciones y composiciones musicales producto de sus vivencias y experiencias.

Y gracias a la naturaleza humana, su historia no tiene tiempo. Hace apenas unos meses explotó una mina en Coahuila y al ver la película no pude evitar sentir un poco de deja vu. Era como ver todo lo mismo una vez más. Como en la rola de los Proppellerheads: “just a little bit of history repeating”.

Wednesday, August 09, 2006

SUFRIMIENTO ANUNCIADO

Llegar al cine temprano se ha convertido en una nueva forma de tortura. Es un completo malviaje cuando voy a ver una película donde sé que la sala va a estar llena y habrá que hacer fila, porque eso me obliga invariablemente a echarme los veinte minutos de insufribles comerciales y trailers donde generalmente se rebela mucha más información sobre la trama de una película de la que yo quiera saber. Peor aún si vas al cine seguido, y basicamente una vez a la semana tienes que sentarte y someterte a los mismos quince excrementosos anuncios.

El rey actual del sufrimiento es un anuncio de Telcel, o Telmex, ni siquiera me acuerdo del producto. Es tan malo que cuando empieza cierro los ojos y he llegado a rogar que alguien me rebane la garganta con un cuchillo y tire mi cabeza lo más lejos posible de la pantalla. Me refiero a ese pedazo de mierda donde sale Andres Bustamante como una especie de combinación entre Einstein y un Dr. Chunga alemán, el frikeante Marco Antonio Regil, el gordo de La Cosa, la buena bien buena de la novela que hubo con Barbara Morí, y Juan Manuel Bernal, un tipo que actúa pero que desde hace años es la imagen de Prodigy Infinitum (otro anuncio insufrible). Cualquiera que lo haya visto no me puede negar que se trata de uno de los comerciales más desagradables que hayan tocado la pantalla grande, desde que esta deprimente tendencia de forzar a la gente a ver 20 minutos de anuncios comenzó. Increíble que hasta se las arreglan para que Bustamante no sea gracioso. Es una mezcla frankestiana de ideas y conceptos que los publicistas ñoños de México (los que no son cocainómanos) forzaron a converger: gente famosa, una "fórmula" para explicar de forma simple algún tipo de plan o promoción, y efectos de sonido que usan las Muñequitas en sus "sketchs cómicos". Es tan caca este anuncio que aunque lo he visto como quince veces todavía no he entendido qué chingados es lo que quieren vender realmente. Supongo que en algún nivel sensitivo mi mente simplemente se va, como cuando una persona es secuestrada y ultrajada sexualmente por extraterrestres. Es Dantesco.

Hay otro que ha estado rondando, bastante creepy, de Bridgestone. Sí, la marca de llantas, algo que yo nunca había notado hasta que ví dicho spot. Es un visualmente frío (con colores blancos y grises) "relato" en el que las llantas Bridgestone, tal como todos las conocemos, sin ser caricaturizadas de ninguna forma, son presentadas como si fueran seres vivos a los que ejecutivos y científicos de la compañía les "enseñan" a tener calidad. Las llantas no hablan ni se mueven ni tienen ninguna característica humana, son simplemente llantas. Y las ves ahí, inmóviles, distantes, acomodadas una tras de otra, mientras seres humanos las miden, las prueban y les ponen películas educativas donde les enseñan valores como la seguridad, la familia y así...Todo esto con una musiquita de guitarra tipo el puñetas ese que cantaba la de "Santa Lucía" (uno de los más bajos momentos lo que se conoce como "buen gusto"). En algún momento, increíble, una de las llantas, así como las que tiene su carro, al ver una película sobre una familia feliz, derrama lágrimas y llora. En otro, una de las llantas no "pasa" una prueba de calidad, y el piso debajo de ella se abre y cae a algún lugar vacío y oscuro que no aparece en el comercial, solo para ser reemplazada por otra exactamente igual. Supuestamente este anuncio es conmovedor, es lindo, te llega al gaznate. Yo creo que está de miedo, mi piel se enchina y los pelos de todos lados se me erizan cuando lo veo. Es como Kubrickiano, 2001, Inteligencia Artificial. Llantas que lloran.

Lo más oscuro de todo es que el proceso por el que las llantas pasan no es nada distinto del que seres humanos comunes y corrientes tienen que vivir todos los días al ser contratados por gigantescas corporaciones orwellianas, con sus cursos de capacitación, sus "valores", su "misión" y "visión". Eso es lo que somos: llantas. Completamente reemplazable y servibles solo para propósitos prácticos. Al final del comercial, ya listas las llantitas para colgarse en algún estante de alguna espantosa tienda, salen rodando de su capacitación, de una forma lenta, triste, de bajón total, excepto por la música. Totalmente deprimente.

Podría seguir, pero debo terminar mencionando un cagadísimo trailer para una estúpida película para adolescentes traducida al español cuyo nombre no puedo recordar. Se trata de un chico lindo de la secundaria que decide combinar su pasión como estrella del equipo de basquetball con su faceta de cantante de baladas pop. Como es costumbre, toda la puta película incluyendo el final se cuenta en el trailer, y te puedes dar una probadita del cheesefest y la cursilería y cruda idiotez de lo que se le alimenta a los cerébros adolescentes de hoy. Es tan cómico que llegué a preguntarme si no era a propósito, especialmente en el momento en que su mejro amigo le dice: "nos estamos preparando para la final y todo lo que te preocupa es una estúpida canción" y cuando su entrenador le pregunta: "eres basquetbolista o cantante", y este joven en la decisión má trascendente de su vida dice: "¿Acaso no puedo ser ambos?" mientras mueve los brazos con ademanes hiphoperos. Esta película se ve tan virginal que no sabes si cogértela o dejarle el paquetón a alguien más. Supongo que paso.

Bye.

MOMENTO

El lunes me sentí afortunado de estar vivo en el lugar preciso en el momento preciso. No sé si alguien más lo notó, pero el atardecer de el lunes en Monterrey fue tan extremedamente cool y colorido que casi llegó a ser una experiencia psicodélica. Yo estaba en el carro bajando por Leones, donde llovía. Pero la llúvía solo abarcaba la zona del cerro y saliendo de Cumbres y por detrás de mí, el cielo estaba limpio. Al mismo tiempo, el sol estaba ya bajo en el poniente, pero como aquí el sol aunque esté bajo sigue pegando duro y brillante, el efecto que provocó fue que frente a mí, por primera vez en mi vida, apareció el arcoiris completo. O sea no eso que a veces sale cuando medio llueve y que llamamos arcoiris porque se ven dos tres colores en algun lugar del cielo, sino el real deal, el arcoiris completo de un extremo a otro, como medio aro, como en las caricaturas de los ositos cariñositos. Podías ver donde empezaba y terminaba, casi querías seguirlo para ver si había una pinche olla llena de oro al final.

Miré a los lados, al congestionamiento vial permanente que es Leones a las casi 8 de la noche y poca gente observaba con atención. Yo casi choco, no me iba a concentrar en el pinche tráfico de hueva cuando después de 26 años en este desolado planeta vi lo que creía era una ocurrencia fantasiosa de gente que cree en duendes y en ponis de colores pastel. Y eso no fue todo.

De regreso, con el sol ya bajo el horizonte, los colores estaban tan pachecos que parecía que me había metido en una pintura. Rosas intensos, amarillos, naranjas, la neta ni parecía Monterrey, y además las nubes atoradas en los picos del cerro con la luz del sol reflejándose desde abajo...oh man...mejor que cualquier droga en el mundo. Truly beautiful.

No tengo foto de esto, por supuesto, y tal vez sea mejor. Este tipo de cosas mágicas es mejor tenerlas presentes con el aderezo de la memoria que verlas como fueron en realidad, las hace más especiales.

Tuesday, August 08, 2006

MANN'S WORLD

MIAMI VICE es una rareza. Es al mismo tiempo totalmente convencional y totalmente diferente a cualquier otra película que hay ahí afuera. Es tan complaciente con la audiencia como exigente. Citando la crítica del New York Times: "Es una película de acción para los que les gusta el cine de arte experimental y viceversa".

Sin ninguna explicación tradicional, somos literalmente tirados en medio de una historia confusa que ya comenzó, y levantados de ella lejos de algún final. Vemos durante dos horas desenvolverse un pedazo de lo que parecen ser dos vidas en el límite. La sensación es de voyeurismo, como si vieras en ese rato un gigantesco mundo subterráneo que lo mismo añoras que repeles. Dos agentes undercover que parecen uno, que casi no hablan y cuando lo hacen, es en su jerga policiaca, tan dedicados a su trabajo que sus vidas fuera de él son un vacío impenetrable o un sueño. No muy diferentes de otros personajes en las películas de Michael Mann, que parecen ser un reflejo del director mismo, con una dedicación al trabajo que raya en el fetichismo, como el detective de Al Pacino o el robabancos de De Niro en Heat, o el frío asesino a sueldo de Tom Cruise en Colateral.
MIAMI VICE deja atrás la nostalgia de las películas basadas en series de televisión y ofrece toda una reinvención del concepto. No hay un solo segundo kitsch o irónico. Es una rareza también por la manera en que confía en la inteligencia del público no sólo para seguir los nombres, lugares y hechos de la historia sin explicarlos tres veces, como normalmente se hace hoy en día, sino en la capacidad de ese público para apreciar los detalles, las cosas no dichas. Muchos de los momentos más logrados de MIAMI VICE son abstractos, llenos de silencio.

Es raro que la trama sea un simple episodio de giros y sorpresas en una misión undercover que abarca narcos, neonazis y ejércitos, y al mismo tiempo haya una corriente emocional nunca desglosada, nunca explicada, con detalles aquí y allá, que serán notados por el expectador antento. Y de eso se trata, finalmente, pues MIAMI VICE, a pesar de su campaña publicitaria y su exhorbitante costo de producción, no es una película para verse en un cine lleno de gente. Es mejor ir temprano, verla con la sala casi vacía, y dejar que entre en ti.

Michael Mann tal vez sea uno de los pocos directores del mundo que ha elegido usar video digital en vez de cine por propósitos artísticos en vez de económicos. La fotografía del genial Dion Bebee es absolutamente espectacular, y ayuda a crear un "mood" durante toda la película que la hace sentir única. Un "mood" de inseguridad, de melancolía, de vacío. La fotografía, como pocas veces se usa en el cine, expresa más de la vida interna de los personajes que sus diálogos.
Mann es realmente un auteur, y su cine, a pesar de regodearse en el rango de lo comercial, es más artístico y con menos concesiones que muchas de las dizque películas serias de hoy. De hecho, lo que ha logrado a a través de Heat, El Informante, Colateral y Miami Vice es distintivamente suyo, y no sabría como llamarle, excepto como una nueve especie de film noir ultra moderno, donde todo es peligroso, el amor es imposible, y todos los personajes son hombres de honor. Nunca vas a ver un traidor en una película de Mann, y si lo hay, el resto de los personajes lo tratarán como una broma, sin darle siquiera la oportunidad de redimirse con dimensiones trágicas. Y hay un detallismo brutal. Mann tiene un fetiche por los métodos. Cada cosa que hacen los personajes, cada palabra, cada arma, juguetito especial, procedimiento que deben seguir en su misión está tan cuidado que logra convencerte de la realidad que te presenta, sin importar si tiene algún parecido con la realidad real.
Admito que tuve mis problemas con MIAMI VICE al principio. Las actuaciones de los protaginistas no me gustaron hasta que comencé a reflexionar sobre lo que estaban tratando de hacer. Habría que verla de nuevo, cosa que no me resulta nada desagradable. Y de hecho, hay que dejar claro, que VICE no está en los niveles de entretenimiento amigable de COLATERAL o HEAT. Ya que lo pienso, uno no disfruta MIAMI VICE, es demasiado seca y melancólica, y eso la hace especial.

Todo esto es imposible de hacérselo entender a la gente cuadrada que no va a a ver en MIAMI VICE más de lo que han elegido ver: una simple película de acción más. No importa mucho. Los que saben de cine saben que lo más difícil de lograr es trabajar en los confínes de un género y aún así ser fresco, atevido y exitoso. Lo más cabrón es colar una visión personal y artística en una película palomera de verano de 135 millones de dólares. Cuando sucede, es casi un milagro. Y casi siempre el público no ve lo que tiene frente a sus ojos. Hitchcock tuvo que llegar a ser un viejito para que Francois Truffaut lo entrevistara con el respeto que un pupilo le tiene a un maestro, y fue entónces que el mundo comenzó a notar que no sólo era el "mago dle suspenso", sino un artista completo como Kurosawa o Bergman. Michael Mann está por ahí, y es cuestión de tiempo para que ese dato se vuelva lugar común también.

Monday, August 07, 2006

DANNY BOY?



Ok, no quiero ser un fanboy total, pero debo admitir que esta still (la primera que ha salido a la luz pública) de la nueva movie de Paul Thomas Anderson (Boogie Nights, Magnolia, Punch Drunk Love) me ha puesto en un estado de completa expectativa. Cuando supe que PTA iba a hacer una película sobre un magnate petrolero del siglo XIX basada en alguna novela, la verdad no sentí gran entusiasmo, pero esta foto simplemente me atrapa pues, si bien la película no está terminada y todavía no se puede opinar nada concreto al respecto, basado en el historial de su director y del actor de la foto, al menos creo que podemos esperar una actuación de poca madre del protagonista, como es su costumbre...El actor de la foto y protagonista es Daniel Day Lewis, ni mas ni menos...Yo tampoco lo reconocí al principio.