Tuesday, October 03, 2006

BAILAR CON LA GORDA

Todas las personas sensibles de este mundo sabemos que los programas de televisión mañaneros tipo Good Morning America, Un Nuevo Día y Hoy son uno de los signos más representativos de la decadencia humana: la inherente superficialidad con la que se aborda cualquier tema, por más importante o desgarrador que pueda ser, la buena vibra artificial con la que sus conductores se presentan ante un público pasivo y poco crítico, la proliferación de la estupidez como la única alternativa para divertirse y pasar un rato agradable…la lista de atentados contra la belleza estética y la pureza espiritual del ser humano es interminable. Este tipo de productos televisivos lo que mejor hacen es promover la mediocridad como forma de vida: mediocridad en información, mediocridad en gustos estéticos, mediocridad en preocupaciones ciudadanas, mediocridad en reflexiones, mediocridad en diversión. Pero es todavía más malviajante ver que las personas que los hacen ni siquiera pueden tener al menos la decencia de disimular su falta de originalidad y esfuerzo para hacer algo medianamente interesante o al menos no completamente excrementoso, y con total descaro, copiarse unos a otros sus idioteces como si el público estuviera ansioso de verlas dos o tres veces cada mañana. Me refiero a la tortuosa práctica de dichos shows de, constantemente a lo largo de su generalmente larga duración (3 horas), poner a sus conductores, patiños e invitados a bailar como pendejos canciones de entre lo más chafo y denigrante que existe en la actualidad, con coreografías de nivel básico con la supuesta expectativa de que la audiencia en casa se pone a bailar con ellos. La noción de que hay gente ahí afuera de distintos niveles socioeconómicos que aunque sea se divierten con esto me da de bajón y me llena de impulsos suicidas y homicidas.

Realmente no quedan excusas para las televisoras, ni locales ni nacionales, respecto a la reglamentaria mediocridad con la que llenan los contenidos de sus programas. Económicamente, tienen tantos recursos como los mejores. Y sin embargo, pareciera que todos los programas matutinos tienen que ser exactamente iguales unos a otros, y padecer de la esquizofrenia del nuevo milenio, hablando un momento del cáncer de mama e inmediatamente después acerca de las hazañas de sus “estrellas” en shows deprimentes como “Bailando por lo que sea que se les haya ocurrido que tienen que bailar esta vez” o “La Academia Generación whatever”. Por eso es que es un signo del Apocalipsis ver que hay países con hambruna mientras Multimedios gasta dinero en que Mario Bezares tenga un programa al mediodía.

Sé que puedo sonar superficial, pero tal vez alguien pueda explicarme por qué en todos los programas de este tipo a nivel local hay forzosamente una mujer obesa vestida de criada o de señora de lavadero a quien supuestamente nosotros, solamente por esos atributos, debemos encontrar simpática. La verdad es que hay pocas cosas en el mundo más molestas que una mujer gorda que insiste en ser simpática para compensar su falta de apego a los cánones de belleza de la actualidad. Entiendo que esto puede sonar misógino y discriminatorio, y que los jales en la tele son escasos para las mujeres anchas, pero si yo fuera una de ellas, me sentiría un poco más ofendida si el único trabajo que parece tengo posibilidad de obtener, es el de ser una especie de patiño disfrazado de cliché, explotando de forma burlona mi aspecto, y además denigrando indirectamente a las pobres criadas y trabajadoras domésticas, que realmente no necesitan a estas alturas que la televisión propague imágenes estereotípicas de ellas.

No estoy diciendo nada nuevo, claro, pues yo sé que muy dentro todos sentimos un ligero malestar cuando pasamos por estos canales y atestiguamos el deplorable espectáculo de lo que se supone es divertido para la población mexicana. Ni modo.

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